12/06/2013
Tras un bestial proceso de industrialización, las grandes naciones que idolatran el canibalismo corporativo del siglo XXI, NO desean que los libros de historia y geografía a escala global, revelen el atroz método que emplearon para consolidarse en la élite de la Sociedad Moderna. Por tal razón, explicaremos la problemática ambiental actual, que no se contradice a la eterna subversión del Hombre, las empresas y la indiferencia de la gente.
Toda esa barbarie humana,
causó un gran interés en el Tío Sam y su pandilla norteña, quienes no
dudaron en unirse al festín del crimen ecológico, para seguir
expropiando las potencialidades verdes, que con el pasar de los siglos
se dedicaron a destruir irreparablemente. El secreto a voces sobre lo
fértil de la semilla latinoamericana, recorrió los cuatro puntos
cardinales en busca de cómplices asiáticos, oceánicos y europeos, que
rentabilizaran las indomables tierras de Bolívar.
Tras un bestial proceso de industrialización, las grandes naciones que
idolatran el canibalismo corporativo del siglo XXI, NO desean que los
libros de historia y geografía a escala global, revelen el atroz método
que emplearon para consolidarse en la élite de la Sociedad Moderna. Por
tal razón, explicaremos la problemática ambiental actual, que no se
contradice a la eterna subversión del Hombre, las empresas y la
indiferencia de la gente.
En Ecuador, se sigue padeciendo la repulsiva destrucción ambiental
causada por la compañía Texaco-Chevron, que irrumpió la Amazonía
ecuatoriana entre 1964 y 1990, logrando vender el alma de la Pachamama
al mercantilismo del Diablo. Ninguna demanda, juicio o apelación, podrá
reparar los incalculables galones de crudo desbordados, las nocivas
aguas tóxicas que se carcomieron los suelos y los gases que envenenaron
el aire selvático. Además, la muerte de comunidades indígenas que
poblaban y trabajaban miles de hectáreas antes de la devastación,
representó un total irrespeto al derecho a la Vida, a la
interculturalidad de los pueblos y a la soberanía territorial.
En Argentina, la rotura de una pileta perteneciente a la empresa estatal
YPF en el mes de enero del 2013, provocó derrames petroleros en las
aguas del río Colorado, que atraviesa a provincias como Neuquén, Mendoza
y La Pampa. Los 15 metros cúbicos del líquido oleaginoso que cayeron en
el área afectada, estropearon el equilibrio de los ecosistemas y la
calidad de vida para las personas que cohabitan los caseríos por donde
pasa el cauce.
Lo triste, es que los funcionarios públicos encargados de proteger los
recursos hídricos de la ciudad, reconocieron el riesgo permanente de
daños ambientales por la actividad petrolífera, sin generar una crítica
ante el hecho punible, ni crear una reflexión conservacionista en la
población. Recordemos que en marzo del presente año, se hallaron miles
de peces muertos en el lago de la represa “El Diquecito”, en el sur de
Tucumán, lo que sin duda, fue un lamentable ecocidio fruto de la
negligencia laboral para combatir los altos niveles de sequía.
En Perú, la compañía “Minera Ares” fue multada en el mes de diciembre
del 2012, por causar un grave daño ecológico en la provincia de
Castilla, región de Arequipa. Con la inspección del Ministerio del
Ambiente, se apreció un incremento en las emisiones de sólidos que
finalmente contaminaron al río Collpa A su vez, la generación de basura
electrónica que supera las 90.000 toneladas al año, se ha convertido en
un problema sanitario en tierras peruanas. Menos del 12% de sus
habitantes, cumplen con las 3Rs (reducir, reutilizar y reciclar), lo que
influye negativamente en las condiciones medioambientales y en la
recolección de desechos, que exigen una mayor conciencia social en la
ciudadanía y la aplicación de normativas legales de sus gobiernos.
En Colombia, casi 40 hectáreas de bosque nativo fueron arrasadas en el
mes de febrero, dentro de un predio particular ubicado en las veredas de
Apiay y Catama, que se intentaba convertir en un área urbanística, sin
importar las 5 corrientes hídricas y la cobertura boscosa que fueron
destruidas. El atentado ecológico terminó con la vida de especies de
fauna (garzas, araguatos, caracoleros), y árboles autóctonos (moriches,
palmas manacas). De igual manera, existe un riesgo latente de ecocidio,
por culpa de la empresa petrolera “Hupecol”, que opera en el
departamento colombiano del Meta, y que amenaza con más de 50.000
hectáreas, que se consideran un reservorio natural de los Llanos
Orientales. Lo lamentable, es que en agosto del 2012, las autoridades
ambientales habían rechazado la petición de exploración a la compañía,
pero meses después, le dieron luz verde a sus inicuos planes.
En Chile, el salvaje proyecto “Pascua Lama” impulsado por la minera
canadiense Barrick Gold, es un caso de destrucción ambiental que
enturbia la integridad de los glaciares. La falta de un plan de manejo
para el uso de las aguas tras procesar los minerales, afectó los
ecosistemas y contaminó la población norteña de Valle del Huasco. Lo
triste, es que aunque la empresa ya ha sido imputada por daños
ecológicos en países como Noruega, República Dominicana y Australia,
seguirá su perverso andar en territorio austral, gracias a la
complicidad de una Superintendencia de Ambiente, que sólo investigó y
denunció la problemática, cuando el ecocidio ya fue consumado de forma
irreparable.
En el Golfo de México, el derrame petrolero del año 2010, causado por el
colapso en la plataforma “Deepwater Horizon” de la empresa inglesa
“British Petroleum”, sigue encontrando huellas del abismal ecocidio, que
vertió millones de galones de crudo en sus contaminadas aguas. En lo
que va del 2013, se reportan más de 650 delfines muertos y miles de
tortugas marinas perecen en silencio. Además, el hecho de que la mancha
tóxica se vaya disipando visualmente, no quiere decir que su impacto
ambiental terminara. La sangre faunística por el abuso irracional del
Hombre, se aprecia en la cadena alimentaria de la vida marina, que
socavó el destino de orcas y cachalotes.
En Costa Rica, la construcción de una carretera cerca de la frontera con
Nicaragua, afectó a más de 600 especies, contaminó al río San Juan por
los sedimentos arrojados y perjudicó gravemente los ecosistemas.
Mientras se edificaba la ruta 1856 Mora-Porras, se destruyeron más de
100 kilómetros lineales que se consideraban de alta sensibilidad
ecológica, poniendo en riesgo la conectividad biológica del Istmo
centroamericano. La “Trocha fronteriza”, arrasó con 35 hectáreas
boscosas, 300 hectáreas de suelo y 39 puntos críticos. Desde finales del
2010, se iniciaron las obras industriales, en las que existía un total
desconocimiento sobre las condiciones topográficas que se estaban por
alterar.
En Venezuela, el infernal “rustiqueo” de las carreras Fun Race 4x4, fue
prohibido en los parques nacionales desde el año 2011, debido a la fatal
destrucción que ocasionó en la Gran Sabana, tras echar a perder los
hábitats naturales, los recursos hídricos y la biodiversidad en parte
del territorio criollo. Los piques de fango, siempre acaban con la paz
de la Naturaleza, porque se realizan en áreas protegidas muy sensibles
ante la perversión humana. Aunque en febrero del 2013, se ratificó la
decisión judicial de sancionar el furioso ecocidio en cuatro ruedas, es
vital que las comunidades se organicen y denuncien oportunamente
cualquier delito que presencien. Recordemos que el evento
pseudo-deportivo “Rally Dakar”, efectuado en el mes de enero, provocó un
impacto ecológico negativo en Argentina, Chile Y Perú. Los directivos
del negocio, violaron la ley al evitar una evaluación ambiental que
terminó destruyendo más de 200 sitios arqueológicos que pertenecían al
patrimonio cultural de los pueblos nativos.
En Brasil, el número de alertas por deforestación en la región
amazónica, se incrementó en un 26% a finales del 2012 y principios del
2013, reafirmando los indicios de explotación ilegal maderera. A su vez,
la agricultura mecanizada y la expansión de mercados, son factores
comerciales que profundizan el problema socio-ambiental. No es
casualidad, que junto a China, India y EEUU, la nación carioca sea uno
de los países más contaminantes y responsables del Cambio Climático, el
Efecto Invernadero y el Calentamiento Global. La verdad, es que Brasil
representa toda la controvertida historia que cotejamos a diario. Un
lugar lleno de exuberantes paisajes, que en vez de ser protegidos, los
han puesto a la venta de las despiadadas empresas extranjeras.
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Por eso, el planeta Tierra sigue estando a merced de las
transnacionales, que conspiran gracias al pacto de alienación entre los
gobiernos de turno, los organismos judiciales y el egoísmo de los
trabajadores. No olvidemos, que detrás de todos los ecocidios
mencionados, se esconde la mano de muchísimos hombres de carne y hueso
como usted, quienes fueron los encargados de encender las máquinas, los
tractores, las motosierras, los camiones de demolición y las
retroexcavadoras que se emplearon para perpetrar el daño ambiental. Es
cierto que las corporaciones son las grandes culpables en destruir la
biodiversidad del Mundo, pero es el individualismo de las personas en no
querer renunciar a sus trabajos, al temor de ser despedidos sin
remuneraciones económicas y a la apatía en contra de la Naturaleza, las
variables que en realidad inciden con negatividad en la crisis ambiental
global.
Si las compañías se atreven a sacar transgénicos al mercado, a engañar
con publicidades en la TV y a incentivar el consumismo a los cuatro
vientos, es porque saben que una gran cantidad de borregos estarán
dispuestos a refrendar esa mentira, ya sea por presión social,
ignorancia o reactancia. Si la gente asumiera su cuota de
responsabilidad ecológica, pues NO existiera tanta impunidad y la
justicia ciega sería el sendero de luz por transitar. Aunque falta mucho
por aprender de la Pachamama, ya es tiempo de iniciar un proceso de
autodescubrimiento, en el que todos juntos defendamos sus legendarios
recursos naturales para el progreso de la Humanidad.