Se llama desarrollo sostenible aquél desarrollo que es capaz de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los recursos y posibilidades de las futuras generaciones. Intuitivamente una actividad sostenible es aquélla que se puede mantener. Por ejemplo, cortar árboles de un bosque asegurando la repoblación es una actividad sostenible. Por contra, consumir petróleo no es sostenible con los conocimientos actuales, ya que no se conoce ningún sistema para crear petróleo a partir de la biomasa. Hoy sabemos que una buena parte de las actividades humanas no son sostenibles a medio y largo plazo tal y como hoy están planteadas.
Esta
definición es la del informe de la Comisión Brundlandt. La señora Brundlandt es la primera
ministra de Noruega y el año 1990 recibió el encargo de la ONU
de redactar un primer informe para preparar la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro
dos años más tarde.
Hay otras
definiciones también interesantes como la que proponen D. Pearce, A. Markandya
y E.B. Barbier, en la cual se establece que en una sociedad sostenible no debe
haber:
- Un declive no razonable de cualquier recurso.
- Un daño significativo a los sistemas naturales.
- Un declive significativo de la estabilidad social.
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